25.10.08

GÉNESIS DEL CONFLICTO ARMADO PALESTINO


El conflicto palestino-israelí se remonta a fines del siglo XIX cuando Theodore Herlz funda en Europa el movimiento sionista (definido como una forma de racismo en la resolución 3.379 de la ONU del 10 de noviembre 1975), basado en dos premisas, legalmente inaceptables:


-Que el pueblo judío es el pueblo elegido.


-Que la denominada “Tierra Prometida” les pertenece por mandato divino.


Tras el primer Congreso Mundial Judío, celebrado en Basilea en 1897, los sionistas establecen su objetivo: “Crear un hogar nacional judío, en Palestina, auspiciado por el derecho público internacional”. Y para ello acuñan la famosa y falsa frase de: “Una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”.


El sionismo, desde sus inicios, se caracteriza por ser un movimiento colonialista estrechamente ligado a los intereses imperialistas y capitalistas de Europa en Oriente Medio.


El sionismo desarrollaría, primero en el exterior y luego también en Palestina, una cada vez más compleja y poderosa red de instituciones organizativas, financieras, comerciales, agrícolas, destinadas a promover la emigración, la colonización del territorio y, en ultima instancia, la constitución del Estado de Israel, como fueron la Jewish Company y Society Of Jews, entre otras.

También crearon grupos militares y paramilitares (grupos terroristas como Irgún, Stern –que asesinaron al intermediario de la o­nU, el conde de Bernardote- o a la brutal Haganah, en donde militaron personajes tan conocidos como Shamir, Rabín o Beguín).


Por aquel entonces, finales del siglo XIX y principios del XX, en el territorio de Palestina, bajo control del Imperio Otomano, vivían unas 550.000 personas. El 82% de la población eran árabes musulmanes, un 12% eran árabes cristianos. Los judíos no llegaban al 5% y el resto eran recién emigrados de diferentes países. Palestina vivía básicamente de la agricultura y del sector servicios. El 70% de la población vivía en zonas rurales y el 30% se concentraba en pequeñas pero dinámicas ciudades marítimas o del interior. Todas las comunidades convivían pacíficamente desde siglos. Pero el 2 de noviembre del 1917 Gran Bretaña, tras varios acuerdos económicos, en carta de su Ministro de Relaciones Exteriores, Arthur James Balfour al representante del sionismo el barón Rothschild se comprometió a la “[...] creación de un hogar nacional judío en Palestina...”


En 1919, tras la Primera Guerra Mundial y el hundimiento del Imperio Otomano, la Sociedad de las Naciones –precursora de la ONU- establece el sistema colonialista de los Mandatos, y en 1920 se le asigna a Gran Bretaña uno sobre Palestina. Así, entre 1922 y 1948 Palestina fue gobernada por Gran Bretaña que toleró y estimuló la inmigración ilegal judía. Durante el dominio británico, los palestinos respondieron al terror colonialista y sionista con revuelta de masas y creció el nacionalismo árabe y se incrementaron los choques entre los palestinos y los invasores. Durante la rebelión Palestina de 1936 y 1939 fueron ahorcados por los británicos y los sionistas más de 55.000 palestinos.


Entre 1938 y 1939 los grupos sionistas se radicalizan frente a las restricciones que Gran Bretaña impuso a la inmigración judía y comenzaron a realizar atentados terroristas, también contra intereses británicos, llegando a volar el hotel King David en Jerusalén, donde asesinaron a 92 personas. Gran Bretaña, viéndose desbordada, lleva la cuestión Palestina a la recién creada ONU, donde el 29 de noviembre de 1947 mediante la Resolución 181 de su Asamblea General aprueba la partición de Palestina en dos territorios, uno judío y otro árabe, concediendo a los judíos sionistas el 53% del territorio con continuidad geográfica y a los palestinos el 46% sin continuidad territorial, dejando Jerusalén bajo control internacional.


Los grupos terroristas sionistas, ya en 1947, provocan el éxodo de 300.000 palestinos y palestinas de sus tierras, asesinando a gran cantidad de personas y destrozando aldeas y pueblos enteros.El 14 de mayo de 1948, de modo unilateral, los sionistas proclamaron la fundación del Estado de Israel.


Los países árabes no podían tolerar semejante robo y desencadena la primera guerra árabe-israelí, durante la cual, la sangrienta Haganah sionista se apoderó de casi todos los territorios y ciudades palestinas por la fuerza de las armas, asesinando, destruyendo, robando y expulsando a la población. El 6 de enero de 1949, se declara el fin de la guerra. En ese momento, los sionistas habían destruido, de un total de 550 pueblos, casi 417, aldeas..., apoderándose del 78% del territorio palestino y convirtiendo al 80% de la población en refugiada.


Los sionistas pasaron de tener en 1947 el 6% de la propiedad de las tierras, a hacerse con el 95% en 1951. Grandes guerras se desataron entre el creciente poderío militar de Israel y el enorme, pero subdesarrollado y dividido Mundo Árabe (cuando Israel ocupa militarmente el resto de Palestina en 1973). En cada guerra, Israel se apoderó de nuevos territorios hasta engullirse totalmente lo que había sido la Palestina histórica. En tales circunstancias el mundo presenció atónito un nuevo genocidio: el pueblo palestino fue objeto de una enorme e interminable diáspora y la maquinaria de persecución y muerte era integrada, de modo increíble y trágico, por los sionistas judíos que en el ayer habían sido las víctimas.


La lucha del pueblo palestino por la liberación se ha visto dificultada también por la política de los regímenes árabes, cuyo apoyo solo retórico –apenas una concesión a sus propias poblaciones reprimidas- no podía esconder hasta que punto la resistencia palestina constituía un obstáculo para sus clases dirigentes, títeres de los intereses primero europeos y después estadounidenses en la región.


Los acontecimientos del llamado Septiembre Negro en 1970, fecha en la que miles de palestinos refugiados en Jordania mueren a manos del ejército del rey Husein, es sólo la expresión más sangrienta de esa combinación de odio y paternalismo con las que las dictaduras árabes tratan a Palestina y que conducirá al abandono o incluso al enfrentamiento (por ejemplo de Siria durante la Guerra del Líbano en la década de los años 70). La situación de los palestinos en los campos de refugiados del propio Líbano, en Siria o en Jordania da una buena medida da hasta qué punto los palestinos no pueden contar con el apoyo de ningún gobierno del mundo, ni siquiera de los llamados “países hermanos”. Por los demás, la muerte de Nasser en 1970 y la posterior firma por parte de Anwar As-Sadat de los acuerdos de Camp David en 1977, bajo los auspicios del presidente estadounidense James Carter, pusieron a Egipto, el amigo interesado y correoso de los palestinos, fuera de juego.


Reconocida en 1974 por la ONU como legítima representante del pueblo palestino, la OLP sufrirá uno de sus reveses más duros tras la invasión de Líbano por parte de Israel en 1982. Allí la lucha encarnizada frente a un enemigo cuya superioridad militar era incontestable estuvo a punto de acabar con Arafat y sus hombres, los cuales acabaron saliendo de Beirut, tras un acuerdo promovido por los EE.UU., en dirección a Túnez. Durante la invasión del Líbano, dirigida por Ariel Sharon, se produjo uno de los acontecimientos más luctuosos y siniestros de la historia del pueblo palestino, cuando las milicias falangistas libanesas de Elia Hobeika entraron en los campos de refugiados de Sabra y Chatila de Beirut, autorizados y supervisados por el general Sharon, y mataron, durante dos días y dos noches, a unos 3.000 refugiados palestinos.


Refugiada en Túnez, donde es bombardeada por la aviación israelí en 1985, la dirección de la OLP está tratando de rehacer sus filas y de llamar la atención de la opinión internacional sobre la Primera Intifada, un movimiento de resistencia relativamente independiente del liderazgo exterior, que durante tres años enfrentó a niños y adolescentes armados sólo con piedras con el potentísimo Ejército israelí. Los más de mil muertos del lado palestino (frente a una cincuentena del lado israelí) dan buena prueba de la desproporción de la lucha, pero hacen mucho daño a Israel ante una opinión pública internacional que, por primera vez desde 1948, comienza a hacerse preguntas sobre la naturaleza del conflicto y percibir al menos una parte del sufrimiento palestino. Tanto daño hacen estas piedras y estos niños a Israel que, como estrategia para debilitar a la OLP, su gobierno permitirá, apoyará, e incluso, ayudará a armar a parte de la resistencia de carácter islamista de la que nace HAMAS.


Tras la Guerra del Golfo contra Irak de 1991 y ante el temor de un alzamiento de masas en el mundo árabe, primero Bush padre y luego Clinton van a tratar de imponer, a través de diferentes acuerdos y conferencias, una falsa solución que, sin concesiones decisivas, desactive al malestar árabe en la región.


Y actualmente, diversos acuerdo fallidos de paz, han hecho que HAMAS, se hiciese con el poder en unas elecciones legislativas en enero de 2006 de forma democrática controladas por la ONU. Todo este descalabro de su principal enemigo Al-Fatah (el partido de Arafat) fue provocado por la inmensa corrupción y despropósito de sus líderes. Desde que HAMAS llegó al gobierno ningún militante de la resistencia palestina se ha inmolado en territorio israelí. Hoy en día existen divisiones dentro de los territorios palestinos entre HAMAS y Al-Fatah incitada por el gobierno israelí de turno.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No conozco muy bien toda la historia del conflicto, pero por lo poco que sé, hace ya muchos años que cualquiera de los dos bandos perdió cualquier punto de credibilidad. Lo primero es distinguir entre los habitantes de cada pueblo (los que sufren el conflicto) y los dirigentes de cada uno de los dos bandos. Los segundos son unos hijos de puta que ya no se sabe si se mueven por intereses económicos o simplemente por el odio acumulado de tantos años de guerra, el caso es que les importa tres leches si la gente se muere. Y lo mismo me da un bando que otro, igual de hijos de puta me parecen los de estados unidos metiendo un ejército en israel como los de oriente próximo preparando a la gente para hacerse explotar rodeados de gente. Si se pensase en las personas, sin tener en cuenta cosas tan superfluas como la nacionalidad, esto hubiese acabado hace ya tiempo, porque medios sobran por parte de los dos bandos, de eso que no haya dudas.

...Y Dicen Que LLueve dijo...

Si Roberto, tienes gran parte de razón. Pero los dirigentes políticos van a seguir siendo unos cabrones sea la que sea la parte del mundo en la que gobiernen. Pero lo de las bombas humanas, eso tiene una explicación más lógica de lo que parece, ya que muchos no tienen nada por lo que vivir ya... Aqui parece que son unos locos, que en parte lo son, pero los medios de comunicación es lo que nos ha hecho ver en gran parte.

Desde que Hamas ha llegado al gobierno, ningún tipo de atentado suicida a caido en territorio israelí, y esto se puede comprobar en las hemerotecas. Por lo menos hay unos dirigentes que evitan este tipo de guerra suicida. Pero en gran medida, el pueblo palestino ha de defenderse de alguna manera, y nadie les apoya. Asi que su resistencia, a mi me enorgullece todavía. La resistencía del pueblo palestino no se llama terrorismo,la resistencia a morir como pueblo, la resistencia a perder su dignidad.

La ONU reconoce que es legítima la resistencia siempre que sea contra un país ocupante.

Anónimo dijo...

Si con la resistencia a perder su dignidad se han llevado por delante la vida de 118 niños, no sé que tipo de dignidad les puede quedar.

http://www.piensachile.com/content/view/375/2/

Es una tierra tan manchada de sangre que no merece la pena.